Ya hemos hablado anteriormente, sobre lo que es la zona de confort. Mantenernos o salir de ella, es una cuestión de tomar decisiones o conformarnos. Y es sobre esto, sobre lo que hoy quiero reflexionar.
Tomar decisiones y conformarse, ¿no es lo mismo?. Si, si…lo tratamos como si estuviésemos hablando de opciones opuestas, pero en realidad, si profundizamos en ello, al final, se trata siempre, de tomar una decisión. ¿No? La decisión de conformarnos con lo que tenemos, o la situación en la que estamos… Pero al final, estamos tomando esa decisión.
Es cierto, que cuando tomamos esa decisión de conformarnos con lo que tenemos, no siempre lo hacemos de manera consciente. Como ya he comentado en entradas anteriores, existen pensamientos automáticos e inconscientes que nos llevan a sentimientos difíciles de identificar y en el caso de conformarse, es cierto que pudieran ser el miedo o la pereza, dichos sentimientos. Es decir, sentimientos negativos, contra los que debemos luchar.
Hay gente que llega a mi consulta, sabiendo que tiene que tomar una decisión ante alguna situación vital, pero no sabe como hacerlo. Queriendo salir de algo, pero no sabiendo dónde dirigirse. Ahí, la primera pregunta que suelo plantear es la de: ¿Cuáles son los motivos, por los que permaneces donde estás? ¿Qué es lo que te retiene ahí?
A raíz de esta pregunta, diría que se desata todo un proceso de reflexión (introspección) que puede llevar a multitud de respuestas. Muchas de estas, aunque no lo creamos, pueden ser válidas. Lo suficientemente importantes como para entender, por qué nos quedamos ahí.
El resto de respuestas, podemos decir que son las que tendremos que confrontar para coger la fuerza que nos lleva a tomar nuestra decisión y dar ese paso vital que queramos dar.
Cómo tomar las decisiones finalmente
Por poner algún ejemplo, imaginemos aquella persona que se encuentra en crisis en su relación de pareja, o aquella persona que no se encuentra a gusto en su trabajo. Son situaciones muy comunes, que se convierten en frecuentes motivos de consulta con el “no sé qué hacer”. Evidentemente, no hay respuestas correctas. La verdadera solución al problema, sólo la tiene uno mismo. Nunca un terapeuta os deberá decir qué es lo que “tenéis” que hacer. Os podrá ayudar a la reflexión, os podrá hacer ver las posibles opciones, los famosos “pros y contras” en la toma de decisión… pero nunca, nunca, os deberá decir que existe una repuesta correcta, porque os estaría engañando.
La única solución correcta, es aquella en la que uno consigue sentirse conforme. Es aquella, en la que una vez hayamos descartado los miedos o los sentimientos de pereza, entre otros, decidamos mantenernos. Aquella, en la que tras haber tenido ese diálogo con nosotros mismos y tras una negociación, hayamos conseguido decidir, haciéndolo de manera consciente y siendo consecuentes. Y esta puede ser, la de mantenernos donde estamos, o dar el paso para salir de esa zona de confort.