Se dice, que cuando estamos pasando por un mal momento, cuando sentimos inquietudes, cuando nos encontramos con sentimiento de desestabilidad, con sentimientos negativos en general… Debemos preguntarnos: ¿Qué estoy echando de menos?. Significa, que nos sentimos de esa forma, porque algo estamos echando en falta y una vez eso, se identifique, preguntarnos: ¿Y qué pasaría si nunca lo tuviera?
Voy a intentar explicarme y dedicar este post, a esta interesante reflexión y que puede servir de gran ayuda.
Pensemos en esto que planteo desde lo más práctico. Os pido que imaginéis en algún momento de vuestra vida en que os hayáis sentido “mal”. Por “mal” me refiero: ansiosos, inquietos, incómodos, tristes, apáticos…etc.
En el ejercicio de comprender estos sentimientos, os pido que os preguntéis qué podíais estar echando de menos en ese momento y tratéis de identificarlo.
Una vez, lo hayáis identificado, la siguiente pregunta sería: ¿Y si eso que estoy echando de menos nunca lo tuviera?
¿Cuál es el sentimiento que os surge? ¿Cómo os hace sentir?
Voy a poner un ejemplo:
Supongamos que nos encontramos en una situación laboral, donde tras sentirnos frustrados, incómodos e incluso ansiosos, descubriésemos, que estamos echando de menos quizás, un reconocimiento por aquello que hacemos. Si de pronto, alguien nos viniese y nos preguntase: ¿Qué pasaría si ese reconocimiento nunca lo tuvieses?
Quizás, puedo encontrar alternativas que me ayuden a saciar esa “necesidad”. Por ejemplo, la mejor de ellas que se me ocurre, es la de proporcionarme el reconocimiento propio y así, no depender del de los demás.
También se me ocurre el buscarle otras funciones para las que me pueda servir el trabajo, distintas a recibir un reconocimiento. Por ejemplo, el que me dé un sueldo que me ayude a vivir y a subsistir.
Es decir, hacerme el planteamiento de no sentir el reconocimiento como una “necesidad” y sentirlo simplemente como un “deseo”. “No necesito el reconocimiento en mi trabajo, porque tengo el mío propio. Al final, es simplemente la herramienta que me ayuda a vivir y a subsistir.”
Como veis, este es un ejercicio que nos ayuda a relativizar fácilmente, consiguiendo con él, salirnos de la constante queja para poner solución. Incluso a aquello que no depende de nosotros mismos.
¿Cuál es esa situación, en la que vosotros habéis pensado? ¿Os apetece compartirla?
No dejéis de hacer vuestros comentarios.