A veces, en consulta, algunos pacientes me hacen preguntas personales con la idea de saber si entiendo lo que me están contando. Me explico: por ejemplo,si algún paciente me está hablando de sus hijos y de las dificultades que le supone la paternidad, me pregunta si yo tengo hijos, para entenderlo…
Lo cierto es que a veces, se me “escapa” el contestar. Pero, la respuesta más correcta a preguntas de este tipo, es otra pregunta: ¿Te es necesario saberlo, para hablarme de tu problema?
Y es que, solemos tener la creencia errónea de que no podríamos opinar de algo si no lo hemos vivido. Digo que es errónea, porque en realidad, es precisamente la objetividad y la total neutralidad lo que a los terapeutas nos da el poder de ayudar al paciente.
Por eso, no tratamos a personas con las que ya tengamos un mínimo vínculo personal, al igual que no debemos tratar a miembros de una misma familia (en general)…
En esto, sucede lo mismo. Si yo no he pasado por el mismo problema que tú, te puedo dar una visión más limpia para solucionar o afrontar lo que estás pasando. Es más, a veces, haber pasado o estar pasando por esa misma situación, me puede hacer proyectar sentimientos personales míos en el paciente y esto de alguna forma, contaminar la terapia. Además, para el paciente, incluso, saber que yo puedo estar pasando por lo mismo, le puede provocar ideas incorrectas, sobre cómo le puedo ayudar…
Pero lo cierto, es que los terapeutas también somos humanas y también pasamos por situaciones iguales que las que tú, como paciente, pudieras estar pasando.
Esto, nos obliga a los profesionales a realizar un trabajo constante de psicoterapia y autoconocimiento, que nos permita limpiar nuestros pensamientos y nuestro sistema afectivo, para proporcionarnos la máxima salud mental.
Así, desde ahí, desde mi objetividad, podré ayudarte.
¿Alguna vez te habías planteado algo como esto? Te animo a que compartas tus reflexiones.