Muchas veces comento en consulta la importancia del autocuidado. De hecho, diría que es una básica en terapia y cuando lo menciono por primera vez, muchos pacientes me comentan que les parece una postura “un tanto egoísta”.
Al mensaje que me refiero, es al del hecho de tenernos en cuenta primero a nosotros mismos. Al hecho de no ofrecer una ayuda o un servicio a otros, si no me encuentro capacitado para ello. Por capacitado, me refiero, simplemente al hecho de que me apetezca o no. Y es que, la mayoría, alguna vez hemos comprobado, que hacer las cosas de “mala gana” hace que no salgan bien. Esto implica que hagamos un esfuerzo innecesario que finalmente, supondrá una pérdida de tiempo.
Por tanto, el mensaje final es, “no se puede cuidar a nadie, si no cuidamos previamente de nosotros mismos”. No me parece, en absoluto, egoísta la postura. Me mimo y me cuido, para luego poderlo hacer bien con los demás. De manera honesta y sincera. ¿No parece muy egoísta, verdad?
Imaginemos a aquella enfermera, encargada de nuestro cuidado, que está sorda, ciega, manca…incluso un poquito coja… Yo le diría: “primero cúrese usted y luego ya, si puede, me cura a mí, ¿de acuerdo?” Y aunque es un ejemplo un tanto exagerado, sirve para entender a que me estoy refiriendo, ¿no?
Esta reflexión, también me lleva a pensar en el “perfil de personalidad del cuidador”. Es aquella persona que se dedica a cuidar a todos los que están alrededor, pero que cuando llega el momento de cuidarse a sí mismo, o de pedir ayuda, no sabe hacerlo. Se siente incapaz de hacerlo…
Y esto, además, nos lleva a aquello que os comentaba en la entrada de ser fieles a nosotros mismos https://psicologoparati.com/ser-fieles-a-nosotros-mismos/. Con el ejemplo de aquel chaval, que siempre cenaba lo que su novia quería, aún a pesar de que ella, no se lo pidiera. Es que, pensando siempre en los demás, dejándonos a nosotros en el último lugar, tenemos muchas menos probabilidades de éxito que si nos preguntamos a nosotros mismos. Y por éxito me refiero, no solo al acierto, sino también, al hecho de enfrentarse uno mismo, en una actitud más positiva. Gracias al autocuidado, gracias a la condescendencia con uno mismo, conseguiremos disfrutar más de las situaciones y podremos transmitírselo a los demás. ¡En absoluto, egoísta!
Por todo esto y como conclusión, os invito a que os cuidéis más… que os miméis… que seáis más condescendientes con vosotros mismos. Haceos un regalito. Esto influirá directamente sobre vuestra autoestima y hará, automáticamente, que mejore vuestra calidad de vida. Os acercará un poquito más a la FELICIDAD.