Cuántas veces nos encontramos sintiendo aquello que nos cuesta identificar y nos preguntamos si lo debemos sentir…
Sí, me refiero a aquellos momentos en los que dudamos si estaremos dramatizando, exagerando las cosas, o por el contrario, no dando importancia a hechos que nos deberían de importar…
Y es que, nuestro sistema afectivo a veces, nos hace enfrentarnos a este tipo de dilemas. Sabiendo que lo que sentimos es puramente fruto de nuestro único y exclusivo procesamiento, es obvio que sentimos con total subjetividad y a veces, consideramos que lo correcto es conseguir ser objetivos.
Es aquí, cuando conviene hacer un ejercicio de confrontación del pensamiento. Porque como ya hemos repetido varias veces, lo que sentimos depende de lo que pensamos, es decir, de cómo interpretemos los hechos. Confrontar el pensamiento significa, hacer que se parezca lo máximo posible a la realidad en la que nos encontramos.
Pero antes de hacer este ejercicio, no se nos olvide que desde el momento en el que sentimos, esos sentimientos están y no conviene reprimir. Es importante aprender a canalizarlos de una forma sana para que no se acumulen y luego nos pasen factura a modo de somatizaciones o incluso crisis de ansiedad. Algunas formas de sacar estos sentimientos pueden ser el llanto https://psicologoparati.com/el-llanto/, escribir sobre ellos https://psicologoparati.com/que-es-un-diario/, e incluso recurrir a otras técnicas de canalización como puede ser el ejercicio físico, o incluso algún ejercicio de control de estrés.
Una vez hemos identificado y trabajado con lo que sentimos, nos pondremos a la confrontación. ¿Cómo hacerlo? Una buena forma, entre otras, es la de salirnos a fuera del problema y tratar de verlo cómo si de una película se tratase. Como un espectador externo, para podernos acercar lo máximo posible a la objetividad.
Con todo esto, os invito a que cuando os encontréis ante este tipo de situaciones, hagáis este ejercicio tratando de buscar la objetividad.