En un proceso de cambio de vida nos podemos encontrar con bastantes motivos por los que pedir ayuda.
En realidad, desde los momentos más incipientes del proceso, podríamos hacerlo.
Incluso, podríamos hacerlo, buscando simplemente un apoyo o acompañamiento. Acudir a terapia con un objetivo así, nos sirve para hablarnos a nosotros mismos, aprendiendo a escucharnos y poder exponer nuestra “situación”, para observarla desde fuera, viéndola con una mayor objetividad.
Pero además, encontrarnos en un momento de cambio de vida, puede llevar a determinadas sensaciones que si no trabajamos desde un principio y de la manera adecuada, podrían derivar en enfermedad.
Algunas de estas sensaciones son:
– Ansiedad: digamos que esta va a ser la sensación “estrella”, en un proceso de este tipo. La ansiedad va a estar presente en los comienzos con la toma de decisión, en los momentos de proceder al cambio y dar pasos y como no, en los momentos de adaptación, con el añadido de esa ansiedad que puede aparecer en respuesta, a cualquier otro factor de estrés, que forma parte de nuestro día a día.
– Tristeza: al por ejemplo, echar en falta a “los nuestros” ya sean familia, amigos…etc. No solo echaremos en falta a seres cercanos, también podemos echar en falta, cosas, costumbres, actividades… La tristeza, también puede venir como consecuencia del análisis o interpretación que estemos haciendo de determinados hechos que nos acompañen en nuestro proceso. Hablaremos de ello, en posteriores entradas.
– Sentimientos de impotencia: Ante el hecho de no ver alcanzar nuestros objetivos… Ante el hecho, de no poder tener muchas de esas cosas que como consecuencia del cambio, se han perdido… Ante el hecho de, por ejemplo, tenernos que comunicar en un idioma distinto… O incluso, de no sentirnos comprendidos, ya que procedemos de otra cultura…
– Sentimientos de rabia: Estos pueden surgir, por algunas de las razones que he expuesto en el punto anterior. También por circunstancias muy concretas, que se pueden dar en el avance del proceso. Además es un sentimiento que puede venir en conexión, con un sentimiento similar al arrepentimiento o creer que nos hemos confundido al tomar una decisión como tal.
– La frustración: Porque hemos invertido mucho esfuerzo de todo tipo en nuestro proceso, es posible que las cosas no salgan como esperamos. La frustración también puede venir en el motivo que nos lleva a tomar la decisión de un cambio de vida. Si no la conseguimos “curar”, puede ser un gran obstáculo en nuestro avance.
– La culpa: Por ejemplo, al haberse visto sacrificadas ciertas personas de nuestra vida, como consecuencia de nuestra decisión. Al haber tenido que abandonar, lugares, actividades, funciones que hemos desempeñado hasta el momento…
Estas y muchas sensaciones más, son las que nos pueden mover a pedir ayuda cuando nos encontramos en un proceso de cambio de vida, de lugar de donde vivir…etc.
En entradas posteriores, desarrollaré cada una de ellas, esperando también la aportación de aquellos lectores, que viéndose identificados quieran compartirlo ya sea para resolver dudas, o ayudar a otras personas que se encuentren en la misma situación.