Qué gran sabio el que dijo aquello de que “las comparaciones son odiosas”. Y…¿por qué destaco está sabiduría? Porque creo que una de las mayores irracionalidades que cometemos en nuestra manera de pensar, es la del compararnos.
Existe esa tendencia en el ser humano, de tener siempre ese referente, el de los demás. Esto es lo que lleva a compararnos y generalmente en esas comparaciones, salir perdiendo. Esta tendencia a la comparación, puede llevarnos a generar sentimientos de inferioridad, tristeza e incluso culpa, entre otros.
Y es que, como animales sociales que somos, es normal que tengamos el referente de los demás. Esto, sería lo que nos lleva a compararnos y es ahí, donde cometemos el error. Cualquier comparación que hagamos, y digo cualquiera, siendo muy consciente de la totalidad que subyace a esto, siempre (vuelvo a hablar de forma generalizadora) estará sesgada.
¿Cómo me atrevo a hablar con esta seguridad? De pocas cosas me siento tan segura. Y esto es, porque cualquier comparativa que hagamos con respecto a otros, tendría que tener en cuenta todas las variables que afectan a las personas implicadas….y son tantas, ¡qué es imposible!
Me refiero a variables que abarcan, desde lo más sencillo, como puede ser, edad, nacionalidad, genero, hasta aspectos más complejos como, grupo social al que se pertenece, rasgos de personalidad o incluso, experiencias vividas…. Por eso, insisto, ¡inabarcables!. Aunque a la hora de hacer la comparación, eligiésemos sólo un criterio, creo que el hecho de dejar de lado otros, nos tiraría por la borda nuestros resultados.
Así que, compararnos “nunca” nos llevará a resultados certeros y si encima nos va a generar sentimientos negativos… ¡Apaga y vámonos! ¡No sirve de nada!
Algo que comento en consulta siempre, sobre todo a aquellos pacientes que ven su autoestima afectada por el hecho de compararse, que si al menos lo hicieran en positivo… el sesgo lo cometerían igual, pero al menos, cambiarían su autoconcepto y se querrían un poco más.
No obstante, esto último pongámoslo un poquito en cuarentena. Sobre todo, habiendo vivido últimamente acontecimientos en los cuales la homofobia ha llevado a generar un comportamiento perturbado que ha acabado con la vida de muchas personas. Fenómenos tales como los de la homofobia, xenofobia, racismo…etc., también podemos decir ser fruto de ese vicio tan malo que tenemos que es la comparación.
Así que, a modo de conclusión, salgamos ganando o perdiendo, compararnos no nos sirve de mucho y dado que puede generar más resultados negativos que positivos, es mejor evitarla.
En ese ejercicio de introspección, autoobservación e identificación de pensamientos, os invito a identificar todas aquellas veces en que os estéis comparando y os acordáis de este artículo, sustituyendo esa comparativa, por un aprender de los demás. Que aquello que tengan distinto a mí los demás, me sirva para marcarme objetivos nuevos en mi proceso de crecimiento.