¡Mi gran amigo, mi perro!
Ya todos hemos oído hablar del gran efecto terapéutico que ejerce sobre el ser humano, tener una mascota.
Tener una mascota, ayuda a luchar contra la depresión, ya que nos mantiene en activo, nos ayuda a sentirnos menos solos, además nos pone en contacto con otras personas, lo que implica fomentar nuestras relaciones sociales.
Por alguna de estas razones y otras más, es un buen instrumento que nos ayuda a solucionar nuestros problemas de ansiedad. Además se dice, que somos capaces de observar un acuario durante horas o disfrutar de los cambios de color de un camaleón, porque ayuda a reducir la tensión arterial y el ritmo cardiaco y encima, interactuar con ellos, mejora nuestra autoestima al hacernos sentir seguros y protegidos..
Hay estudios que prueban que las personas que conviven con una mascota, son más longevas y tiene una mejor calidad de vida. Otras investigaciones prueban que personas discapacitadas, autistas o afectadas por el Alzheimer pueden mejorar considerablemente cuando en sus terapias están en contacto con animales.
También os quiero contar mi experiencia personal con cada una de las mascotas que he tenido la suerte de compartir mi vida. Quiero contaros que con ellas he aprendido a ser responsable desde niña, a ser más tolerante y generosa, a dar y recibir cariño. Con ellos he aprendido lo que es el amor incondicional y la fidelidad.
Cada uno de ellos, hablemos de perros, gatos, hamsters, pájaros, peces… nos enseñan tantas cosas… y las más importantes, las que nos hacen conocer en nosotros mismos. Nos hacen fomentar autoconocimiento, lo que ya hemos comentado varias veces, ser un elemento fundamental en el desarrollo de la Inteligencia Emocional.
Creo que no hace falta decir, que tener una mascota implica una gran responsabilidad, y si no asumimos el compromiso de cuidarles como ellos se merecen, es mejor que desechemos la posibilidad de introducir una mascota en nuestra vida.
Sin embargo, creo que la mayoría de quienes han tomado esta decisión en su vida, no se han arrepentido entre otras cosas, porque han conseguido hacer crecer su felicidad.
Si os estáis planteando esta idea, mi consejo es que adoptéis ya que, no es necesario que sea un animal de raza, para conseguir todos estos beneficios. Concretamente, se ha demostrado que un perro al que se ha recogido de la calle, mostrará siempre una mayor fidelidad a sus amos, acompañada de una mayor inteligencia que favorecerá a ese beneficio que tener una mascota proporciona.
Utilizo este último párrafo para daros las gracias, a vosotros, todos los animalitos que habéis formado parte de mi vida. Allá donde estéis, os agradezco todo lo que me habéis aportado, vuestras protecciones, todos los momentos felices y divertidos que me habéis hecho pasar, el cariño, mimos y ternura que me habéis dado y todo lo que habéis despertado en mí. Puedo decir, que hoy soy quien soy, en parte, gracias a vosotros. ¡Gracias!