A lo largo de mis terapias, con distintos pacientes, me preguntan: Paula, ¿qué es lo que tengo? A lo que yo les suelo responder: ¿es necesario tener un diagnóstico?
Sí, quizás este post de hoy, sea más bien de opinión. Como la mayoría, diría yo. Lo digo, porque efectivamente, a la pregunta de si necesitan un diagnóstico, alguno me responde que sí. Que prefieren saber si lo que les está pasando tiene nombre y en ese caso, cuál es.
Yo en realidad, no lo veo para nada necesario. Incluso, creo que puede llegar a causar más daño. Creo que puede incluso estigmatizar al paciente. O, lo que puede ser peor, aún, que una vez reciba su diagnóstico, se le ocurriese buscar por internet u otras fuentes y esto le acabe condicionando.
Porque dos pacientes que tienen un mismo diagnóstico, pueden llegar a manifestarlo de maneras totalmente diferentes. Por tanto, tendrán limitaciones diferentes y soluciones diferentes.
Al final, para lo único que sirven los diagnósticos, en mi opinión, insisto, es para podernos comunicar entre profesionales.
Si el médico que se hace cargo del tratamiento farmacológico de mi paciente, necesita que yo le aporte información, la manera más práctica de hacerlo, es mediante un diagnóstico. Es decir, una etiqueta. Luego, ya iremos aclarando los matices necesarios.
Además, en favor a mi opinión sobre que los diagnósticos son innecesarios, está el tipo de terapias que yo más manejo. Estas son las terapias de tercera generación. Son aquellas, que se basan en la ausencia de patología. Aquellas que se basan en el simple apoyo y acompañamiento del paciente ante situaciones de su vida.
Porque como ya he repetido muchas veces a lo largo de este blog: Acudir a una terapia, no significa estar enfermos. Podemos acudir a ella, solo para trabajar el afrontamiento de situaciones e incluso el propio autoconocimiento.
Y termino, con otro de mis lemas que suelo repetir a mis pacientes: “El 99,9% de mis pacientes, son personas de lo más sanas. Personas inteligentes, que detectan que tienen un problema y le quieren poner solución”
