Desde pequeñitos se nos enseña a ser responsables. Sin duda, ésta es una enseñanza que el ser humano necesita desde edades tempranas, para poder desarrollar una vida independiente y autónoma. Pero, este sentido de la responsabilidad, manejado en términos extremos, puede llegar a ser sin embargo, el responsable de nuestra infelicidad.
Como ya os he contado alguna vez, hay quien viene a consulta sabiendo que hay algo en su vida que no les permite ser feliz. Algo que le genera sentimientos de tristeza e incluso ansiedad, pero desconoce a qué puede ser debido.
En ese primer ejercicio de introspección que les propongo, ya se empiezan a detectar alguno de los síntomas que nos llevan a intuir qué puede estar fallando… Y es al llegar al ejercicio de la autodescripción, cuando generalmente detectamos esa gran responsable que les hace no estar manejando correctamente su vida: la excesiva responsabilidad.
Quizás se nos hayan enseñado a ser demasiado responsables en algunos aspectos y en cuanto nos paramos un poco a analizar nuestra vida, nos damos cuenta que cuando esa responsabilidad la llevamos a un extremo, nos hace el efecto totalmente contrario, nos hace que acabemos siendo irresponsables.
¿Cómo sucede esto? Pues muy sencillo, si partimos de la base de que todo no se puede abarcar, desde el momento en que llevamos nuestra responsabilidad de forma extrema, nos hace, obligatoriamente abandonar otros aspectos de nuestra vida y como consecuencia sentimos insatisfacción. Si a esto, le añadimos que la responsabilidad es uno de nuestros valores, el hecho de no estarlo siendo, lleva a decepcionarnos con nosotros mismos, con la añadida frustración de estar intentando algo y no conseguirlo…
La manera correcta de manejar nuestra responsabilidad, es moderadamente, sin ser extremos y con la conciencia de tratarse de una toma de decisión, que como tal, debe basarse en un criterio concreto. A partir de ahí, asumimos que habrá algún aspecto fuera de ese criterio que tendremos que renunciar relativamente (recordad que estamos siendo moderados).
Y si la duda está en qué criterio basar nuestra decisión, hay uno prioritario y diría básico, el criterio de nosotros mismos. Lo que nosotros mismos estemos necesitando.
Me gustaría terminar poniendo un ejemplo:una de las más importantes responsabilidades de la vida de una persona, suele desarrollarse en el aspecto del trabajo. Sin embargo, ya muchos hemos comprobado que ser excesivamente responsables en el trabajo, nos hace pagar muy caras facturas y no sólo eso, sino que además se reinvierte en nuestra contra y nos convierte incluso en unos irresponsables. En estos «días de gripe», cuántos han acudido a sus puestos de trabajo, por la responsabilidad que les requiere, con fiebre, malestar general, dolores de cabeza…etc. Sinceramente, hacer eso, me parece una gran irresponsabilidad.
Acudir en ese estado, nos hace no producir correctamente y por tanto no ser eficaces. ¿No sería mejor, por tanto, tomarse unos días de reposo, descansar y reparar, para luego poder ejercer esa responsabilidad al 100%?
Os animo a que reflexioneis sobre ello y si estáis de acuerdo, que actuéis en consecuencia.