¡Qué difícil es decir no!
Era domingo por la mañana. Me acababa de levantar y mientras preparaba mi desayuno, mentalmente organizaba mi día… ¿Qué voy a hacer hoy? Es domingo… día de descanso… ¡Creo que me lo merezco! Sin embargo, tengo algunos temas de trabajo pendientes y no me vendría mal dejarlos terminados para mañana, o al menos, avanzar un poquito en ellos…
¡Está bien!!! Creo que hay tiempo para todo. Primero, voy a desayunar y coger fuerzas.
Después, me podré sentar tranquilamente a mirar esos asuntillos de trabajo y no dedicándoles más de una hora, después, me dispondré a disfrutar de mi día. Iré a ese encuentro que mi gente ha organizado al mediodía y a partir de ahí, lo que el día nos depare…Eso si, como es domingo, ¡hoy me concedo el lujo de funcionar sin prisa alguna!!!!
¡Ese será mi premio de hoy!!! ¡Cero prisas y estrés! Con organización, ¡tendré tiempo para todo!!!
Esta conversación conmigo misma, es algo que todos tenemos frecuentemente, de forma consciente o inconsciente, pero que nos permite llegar a conclusiones, tomar decisiones y finalmente, ponernos en movimiento.
Es tan importante, por tanto, que dicho diálogo, seamos capaces de hacerlo consciente (no siempre es fácil). Si así lo hacemos, las decisiones que tomemos serán más coherentes con nuestros propios deseos y no actuaremos con ese autoboicot que tantas veces ejercemos sobre nosotros mismos.
Al menos, ponemos un poquito de nuestra parte para evitarlo.
De pronto, suena el teléfono… Mi padre, con tono apresurado, me dice: “Estate dentro de media hora en la puerta del auditorio… vamos a un concierto a las 11,00 y nos sobra una entrada…Ven rápido y así se aprovecha…”
¿Qué? Respondo, si ni siquiera he desayunado… “ No importa me dice él” “¡¡¡Corre!!!!!””””
¿Cómo que no importa? pienso yo… «¡Me muero de hambre! ” Y además ¿qué hay de mi premio?, ¿qué hay de ese compromiso conmigo misma de no tener prisas en el día de hoy?
¿Me voy a fallar?
La verdad, es que me gusta la música y el plan del auditorio, es uno de los que me gusta hacer los Domingos… a veces, no es fácil conseguir entradas….¿voy a desaprovechar esta ocasión? Y además… ¿Voy a hacerle a mi padre desaprovechar esa entrada? Con lo que se cotizan… ¡¡¡Qué dilema!!!!
La elección de un criterio y serte fiel.
Y es verdad que continuamente, en nuestro día a día, nos encontramos con situaciones de este tipo. ¿Qué es lo que se debería de hacer? ¿Cuál es la decisión correcta? ¿Qué haríais vosotros? Ante dilemas cotidianos de esta índole o incluso más importantes y de carácter vital, hay tantas soluciones cómo criterios podamos utilizar. Diría hasta infinitos.
Y eso es lo que me voy a preguntar: ¿Qué criterio es en el que me voy a basar hoy?
Hoy, especialmente, me había prometido “Cero prisas”.
Eso es con lo que había decidido premiarme, lo cual significa que era algo bastante importante para mí.
Quizás mi semana, había estado protagonizada por el aceleramiento y el estrés y como lujo ese Domingo, había decidido no estresarme…no por lo menos por una cuestión de falta de tiempo.
Así que, en eso basé mi decisión. Dije NO y no fui.
¿Y qué hubiese pasado si hubiese ido? ¿Me equivoqué? Hubiese disfrutado de un maravilloso concierto y hubiese llenado mi Domingo con un plan muy especial, que sé que me gusta: escuchar buena música en directo. ¡Todo un manjar!
Sin embargo, ese día, di prioridad a mi compromiso, a mi premio, a mi lujo: ¡No prisas!
Ese fue mi criterio con el que tomar mi decisión y una vez decidí, no quise mirar a ningún otro lado. Así es como quedé satisfecha con mi decisión.