Recordáis la semana pasada, ¿aquel reto que os proponía?. Hablaba de renunciar a la queja y probar a agradecer, aquello que tenemos… Pues, hoy quisiera daros una idea de cómo hacer ese agradecimiento.
Lo que os quiero proponer es hacer ese agradecimiento, por ejemplo, quizás, al final del día.
Se trataría de hacer una balance de cómo ha sucedido nuestro día.
Un balance de cómo han funcionado los distintos aspectos de nuestro día.
Un balance de cómo, en el día de hoy, nos hemos enfrentado a nuestra vida.
Y es que, haciendo este balance, lo que nos estamos permitiendo es tomar conciencia de qué es aquello que estamos haciendo bien y que está sucediendo en nuestra vida, cómo queremos que suceda… al mismo tiempo, tomaremos conciencia de qué es aquello que nos gustaría cambiar.
Así, nos podríamos dar la oportunidad al día siguiente, de hacerlo. De cambiar aquello que no nos guste.
Al final, si os dais cuenta, esto es algo que, si tenemos suerte, podremos hacer al final de nuestra vida, pero quizás ahí, ya no nos podremos dar oportunidades.
Y es que, lo que esto nos lleva a concluir es que, si nos damos cuenta, un día con sus 24 horas, es una pequeña muestra de lo que será la totalidad de nuestra vida.
Que en esos momentos a lo largo de la vida (porque hay varios), en que hacemos balance, gracias a haberlo hecho, en nuestro día a día, tengamos muy poquitas cosas de las que arrepentirnos.
Se trata de que consigamos, la máxima satisfacción, con cómo estamos haciendo las cosas.
¿Qué os parece esto que os propongo esta semana?
¿Os animáis a hacer ese balance diario?
Si es así, os animo a que comentéis cuál es el efecto que os ha producido hacerlo.